La primera imagen que se nos vino a la cabeza cuando ingresamos a El Dorado, fue las veces que haciendo zapping nos enganchábamos viendo Alerta Aeropuerto.  Nada sugestionados jaja.

Pero a decir verdad nos encontramos con una ciudad bastante amigable, para recorrer. Poseen un sistema de transporte público integrado (SITP) muy organizado, que nos permitió movernos por toda la ciudad a bordo del Transmilenio.

Nuestro lugar de parada, fue el hostel Colibrí, un lugar bastante básico, con reminiscencias a conventillos en La Boca de Buenos Aires, y en donde nos integramos en un ambiente de viajeros bastante bohemios, brindándonos encuentros amenos con muchos extranjeros y también Colombianos.

Nos embarcamos en largas caminatas para recorrer el centro histórico, el barrio La Candelaria con callecitas empinadas y casas coloniales, visitamos el Museo del Oro, y la Plaza de Bolívar.

Te recomendamos utilizar los free tours para llevarte más información de esta ciudad y de Colombia en general. Nosotros nos unimos a dos de ellos, y nos quedamos sumamente satisfechos, el Tour del Casco Histórico, y otro al que llaman la Violencia y la Paz. El primero te dará una idea general de la ciudad, sus monumentos y algo de historia del país. Mientras que el otro te esclarecerá y brindará detalles para entender las causas de la escalada de violencia en la que estuvo sumergido el país por décadas.

Un paseo fantástico es la visita al Cerro de Montserrate, que te dará desde una altura de 3.100 metros, una vista panorámica de la ciudad. Podrás subirte al teleférico para cobrar una gran altura y recorrer a pie otro tramo del ascenso y la cima, donde se encuentra La Basílica Santuario del Señor de Monserrate.

Éste y otros recorridos, los disfrutamos en compañía de Maxime, un viajero francés que conocimos en el hostel, junto a su amiga colombiana Laura, quien amigablemente se puso el traje de guía turística para recorrer parte de Bogotá junto a nosotros.

Si tu visita coincide con día domingo, no te pierdas recorrer el Mercado de las Pulgas de Usaquén, a lo largo de la calle, caminarás cuadras y cuadras invadidas por manteros, coleccionistas, artesanos, puesteros con comidas típicas y la oferta de mercadería de todo tipo, nueva y usada. Indiscutiblemente es el punto de encuentro de fines de semana de los Bogotanos.

Otra propuesta es llegar hasta la Plazoleta Chorro de Quevedo, un lugar impregnado de arte local, angostas callecitas, con tiendas, barcitos y espectáculos callejeros.

 

Por no tomar los recaudos suficientes y por distracción, a nosotros se nos empañó un poco la experiencia, ya que nos robaron el teléfono, pero con los cuidados necesarios es un lugar recomendable para recorrer.